Por: Alfredo Asturias
Pensando que escribir para esta edición de El Danzante me puse a recordar que ha sido para mí la felicidad en el transcurso de mi vida. Me di cuenta que tenía ideas tan equivocadas sobre lo que era la felicidad, ó a lo mejor no tenía idea de que era la felicidad o de que hacer para alcanzarla. De pequeño la felicidad era tener mis necesidades básicas satisfechas, sólo era no tener hambre, o sueño, o sentirme cómodo. Más grande creo que mi felicidad era la ausencia de miedo o de culpa. Después pensé que mi felicidad consistía en poder hacer lo que me diera la gana y que no me cacharan. Luego mi felicidad era la fiesta, el goce, el placer hedonista, eso era…me volví hedonista , o sea, una persona cuyo objetivo en la vida es el placer. Esta búsqueda constante de sentir placer todo el tiempo me llevó al alcohol, a la droga, a una vida desordenada llena de excesos y a la vagancia, a la larga fue la época en la que más alejado de la felicidad he estado. Mi deseo era prolongar para siempre los sentimientos “bonitos” ó “agradables” y lograr que los sentimientos “malos” pasaran rápido, evadirlos como fuera. Nada de esto funcionó, cada vez me sentía mas infeliz , la felicidad estaba muy lejos y no veía una luz al final del túnel, un camino que me llevara a la felicidad…
Las circunstancias me llevaron hace veinte años a hacer un cambio radical en mi vida. Poco a poco y a través de un proceso largo, muchas veces doloroso, pero de mucho crecimiento, fui teniendo una idea de qué era verdaderamente la felicidad y cómo hacer para irla experimentando.
Lo primero que aprendí fue a aceptarme completamente, con cualidades y defectos, sin juzgarme, no se puede cambiar si no aceptamos que hay un problema.
Luego me di cuenta de que no tenía sano juicio, que había tratado siempre de ser autosuficiente, de hacerlo todo a mi manera, de revelarme contra todo y contra todos con el resultado de que en ese punto de mi vida estaba en la total bancarrota, económica, física, emocional, mental, etc.
Mi primer acto de sano juicio fue aceptar que no tenía sano juicio que no podía solo y que me iba a dejar guiar por quienes si lo tenían. Decidí confiar en las personas y principalmente en Dios. Deseaba con toda mi alma sentirme bien y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario lo que me dijeran. Decidí ser descaradamente honesto y obediente.
Aprendí algo que me simplificó mucho la vida, que solo tenía que ocuparme de una persona (yo) y sólo en ese momento (aquí y ahora). Lo que no tenía que ver conmigo y los resultados finales de todo se los entregué a Dios. Y acá empieza la búsqueda de la felicidad, era momento de aplicar la palabra clave…ACCIÓN.
Tenía que tener disciplina, algo que es tan normal para mucha gente pero que para mí era como oír hablar en chino. Levantarme a la misma hora todos los días, comer tres veces al día, ir del punto A al B sin desviarme en el camino, y hacer en el día lo que tenía que hacer lo mejor que pudiera. Disciplina, off, que difícil fue para mí lograrla…
Cambiar mis pensamientos y mi forma de ver la vida, cambiar mi diálogo interno, ser más positivo, no darme tanto látigo…he mejorado un poco en eso pero mis raíces todavía me atrapan a veces en la victimización y la tragedia.
Aferrarme…tuve que trabajar muchísimo, y sigo trabajando en eso, el aferrarme a personas, a cosas materiales, a recuerdos, etc.
En este punto también tomé una de las decisiones más importantes de mi vida, estudiar y trabajar en lo que me gusta, en lo que me apasiona.
Tuve la suerte de conocer un programa de recuperación que me ayudó a trabajar en mí, trabajé el perdón, a mí mismo y a los demás, mis defectos de carácter, mi autoestima, etc.
El estar enfocado en mí mismo, trabajando en mi persona, haciendo mi parte, enfocándome en las áreas de mi vida que solamente tienen que ver conmigo como mi recuperación, mi parte espiritual, mi trabajo, etc. Hizo que todo lo demás fuera viniendo por añadidura , los resultados en mi área de trabajo, la paz y la serenidad.
Para nada puedo decir que hoy en día todo está superado, llevo veinte años en un proceso, me siento un millón de veces mejor que antes pero aún me falta mucho. Lo que sí puedo asegurar es que, a diferencia de antes, hoy la mayoría del tiempo me siento tranquilo, contento, en paz y agradecido…
Hay un libro que descubrí hace poco, el autor es Andrew Mattews, de la editorial mexicana Alamah, se llama “Escucha tu corazón”. Es un libro sencillo, fácil de leer, pero muy atinado y muy sabio y resume en gran parte el proceso por el que he pasado en los últimos años. Voy a terminar con lo que él llama “Los diez preceptos”, por si a alguien le sirve como me sirvió a mí.
Bueno…seamos felices hoy, la felicidad es de adentro hacia fuera, nada externo a nosotros nos da felicidad, vale la pena…
Mi recomendación musical del mes: Yes, principalmente tres discos clásicos de ellos: Close to the edge; Fragile y The Yes Album…