Quien padece de esta enfermedad, generalmente manifiesta los siguientes síntomas:
1. Rehúsa mantener un peso normal para su edad y estructura.
2. Tiene miedo exagerado a ganar peso o hacerse gordo.
3. Percibe el peso, el tamaño y la forma de su cuerpo de una manera confusa e irreal.
4. Sufre la ausencia de, por lo menos, tres ciclos menstruales consecutivos.
Una característica esencial de los anoréxicos es el miedo profundo a la gordura. Los que padecen la enfermedad cortan su comida en pedazos muy peque‚os; comen tan poco que hay que hospitalizarlos para rehabilitarlos. A veces se encuentran en un estado tan confuso por falta de nutrición, que no son capaces de concentrarse. Esto hace que les resulte sumamente difícil asimilar la terapia de rehabilitación.
Otra característica muy interesante es que la persona vive como en una pelea con su cuerpo, como si ésteestuviera separado de ella o fuera su enemigo. La adicción a los ejercicios puede acompañar a la enfermedad. A menudo los anorÈxicos hacen ejercicios hasta seis horas o más al día para no engordar y quemar la poca comida que han ingerido.
Aunque el desorden de la anorexia nerviosa frecuentemente es una forma de bulimia llevada al extremo, requiere un tratamiento distinto al de la adicción a la comida o la bulimia.
Estos enfermos pueden sufrir de hipotensión, anemia, irregularidades cardíacas, incomodidades gastrointestinales, debilidades musculares, hipotermia, y piel seca. Hay casos extremos de anorÈxicos que mueren por su mal nutrición, como la famosa cantante Karen Carpenter. Una alimentación deficiente puede alterar la química del cuerpo, a tal punto, que llega un momento en que ya no hay retorno: el cuerpo no responde al reajuste y la persona muere por la mala nutrición.
LA ADICCIÓN A LA COMIDA:
La adicción a la comida es un desbalance químico tan fuerte, que la persona pierde el control sobre su modo de comer, y come compulsivamente, pero su adicción no está acompañada por los vómitos compulsivos de la bulimia.
El individuo no ejerce “control” sobre ciertas comidas. Si las come, es de una manera excesiva, perdiendo completamente el control, ingiriendo una mayor cantidad de alimentos de la que necesita. Vive con miedo a las consecuencias de su último “atracón”, o del próximo, que no piensa poder evitar. También tienen miedo a lo que dirán los demás. Piensa de sí mismo que es un glotón de débil voluntad. Su pérdida de control puede ser tal, que gasta toda su economía en comprar alimentos; tiene obsesión por la comida, y pasa todo el tiempo pensando en lo que va a comer, cómo lo va comer, y nunca su apetito queda satisfecho.
Experimenta lagunas mentales, durante las cuales no se acuerda, después de haber comido vorazmente, cuánto comió ni dónde lo hizo.
Hay adictos a la comida que cuentan que se han “emborrachado” con la comida, y que han perdido el conocimiento despuÉs de haber ingerido grandes cantidades de azúcar.
El acto de comer de forma tan desmedida, va seguido, primero, de un estado de somnolencia, y luego de un síndrome de abstinencia. DespuÉs de comer mucho, frecuentemente hay indigestión, se producen sudores muy fuertes y la cabeza se siente muy agitada. El individuo está irritado. Su obsesión por la comida es tan fuerte, que su organismo no puede funcionar bien, ni en la casa ni en el trabajo. A semejanza del bulímico, el adicto a la comida pasa mucho tiempo sintiéndose avergonzado y deprimido, con pocas energías y entusiasmo.
SU ENEMIGO: EL CUERPO
Estos enfermos desarrollan una personalidad muy irritable y dominante, debido a que frecuentemente, están librando una lucha interna con ellos mismos y lo que comerán; se sienten fracasados. El adicto a la comida normalmente es obeso, lo que hace su mal obvio, más que la drogadicción o el alcoholismo. En sus esfuerzos por controlar su peso, pierde muchas libras, pero siempre vuelve a ganadas. El 97% de las personas que pierde peso a través de “dietas” sin ayuda especializada, vuelve a recuperarlo en el lapso de un a‚o. Esto se debe a que, despuÉs de una dieta, cuando se vuelve a comer normalmente, el metabolismo es mucho más lento, lo que impide que se quemen las calorías y las grasas; de esta manera se recuperan las libras perdidas y en ocasiones, hasta un poco más. Como el adicto a la comida se somete a dietas con frecuencia, su metabolismo es cada vez más lento… por eso llega a odiar su cuerpo como a un enemigo.
OTRO ENEMIGO, “LA FAMILIA”
El adicto mantiene una lucha constante con su familia, que siempre está tratando de que deje de comer tanto. Hay familias que tienen que poner toda la comida bajo llave, para evitar que el enfermo se la coma toda… y a veces ni esto funciona. Otras familias optan por dejar de tener comida en la casa. Pero el adicto sigue comiendo a todas horas, a tal grado, que hay quienes llegan a robar comida en las tiendas, o a escribir cheques sin fondos para obtenerla.
En las etapas avanzadas de su enfermedad, el adicto a la comida y el bulímico, resuelven todos sus problemas a través de la comida, de la misma forma en que un alcohólico soluciona los suyos bebiendo. El individuo que se hace adicto a la comida busca excusas para darse “un atracón” de comida, tiene las características físicas, emocionales e intelectuales que describimos en el capítulo previo sobre las demás adicciones; con frecuencia se aísla; se siente confundido y, además, se enoja con facilidad.
La adicción a la comida es, de todas las dependencias, la que comienza más temprano en la vida del individuo. Hay ni‚os que, a los ocho a‚os, ya han establecido patrones de comer compulsivamente. Demuestran una obesidad que llama la atención de sus amigos en la escuela; a menudo se burlan o se ríen del “niño gordito”, lo que empeora la situación, pues afectan seriamente su autoimagen desde peque‚o. Una falta de entendimiento de parte de la familia, puede hacer que se desarrolle en la persona una enfermedad fulminante desde esta etapa tan temprana, a la vez que se provoca que el ni‚o sienta vergüenza de sí mismo y pierda por completo la confianza en él y en la vida.
Por eso es aconsejable que, con cierta regularidad, se lleve a los ni‚os al médico. De esta manera se podrá detectar cualquier problema desde su inicio, y será más fácil buscarle una solución. También es indispensable que se les ayude a desarrollar hábitos nutritivos desde un principio; se aconseja que todo padre se interese porque sus hijos observen una dieta alimenticia rica en vitaminas y pobre en dulces y carbohidratos simples.
EL TRATAMIENTO: CÓMO SE COMBATE LA COMPULSIÓN
Cuando el enfermo se somete al tratamiento, se requiere que no tome el primer bocado de aquellos alimentos previamente identificados como “compulsivos”, o sea que generan en él la reacción compulsiva. Tiene que adoptar un “plan de alimentación” que elimine tales comidas de su dieta por el resto de su vida, e implica un modo completamente diferente de comer.
Tiene que cambiar su estilo de vida en cuanto a nutrición, y no hacer “dietas”. Debe planificar sus comidas. Por otra parte, se limitará. a servirse solamente una vez; no habrán “segundos platos”. Tampoco saltará comidas, y se deberá pesar solamente una vez al mes. Bajo el tratamiento, el enfermo aprende a darle prioridad a la abstinencia de los alimentos que inician su compulsión, especialmente, los derivados de azúcar y de la harina refinada.
La mejor forma de controlarse es estructurando sus comidas tres veces al día, a horas fijas y determinadas, y usando tazas de medida para controlar la cantidad que ingerirá. Las investigaciones dicen que los deseos compulsivos duran aproximadamente veinte minutos. Si se pasa ese tiempo sin comer el primer bocado, se logra la victoria sobre el cuerpo y la enfermedad. Se ha comprobado que esta enfermedad nunca se cura; es una condición progresiva y tan crónica como la drogadicción o el alcoholismo.
LA PARTE EMOCIONAL Y MENTAL:
Como en el caso de la drogadicción, para curar esta enfermedad no es suficiente tratar sólo la parte física del problema. Los que sufren de esta enfermedad, también deben recibir ayuda emocional y espiritual para atenuar los síntomas que se han ido desarrollando a lo largo de ella. Se sugiere que asistan a las reuniones de entidades que les brinden ayuda, si existieran en la comunidad a la que pertenecen, además de buscar la ayuda profesional de un especialista.
El síndrome de abstinencia que sufren el adicto a la comida y el enfermo de bulimia, requiere a menudo que la persona pase un tiempo inicial en el hospital bajo vigilancia médica. Estas enfermedades crean muchas condiciones físicas peligrosas que reclaman un examen mÉdico. completo, para evitar complicaciones futuras que podrían ser fatales.
Desde 1960, muchos enfermos han recibido ayuda en grupos de apoyo mutuo, tales como Comilones Anónimos (que en inglés se llaman “Overeaters Anonymous”). Estas reuniones son absolutamente gratis,existen en casi todas las comunidades de los Estados Unidos y en varios países latinos, como Guatemala, Costa Rica y Panamá. Hay personas que piensan, equivocadamente, que la adicción a la comida solamente existe en países ricos. Ojalá fuera así, pero este problema tambiÉn está presente en los países que tienen problemas económicos donde la dieta de las personas pobres es rica en carbohidratos y azúcares. Además, las comidas saludables, como las frutas, los vegetales y los pescados, son muy caras y no es fácil, para una familia de escasos recursos, obtenerlas.
Sugerimos que se abran grupos de apoyo mutuo (si todavía no los hay en su comunidad). Donde quiera que se viva siempre habrá personas necesitadas. La negación del problema es el obstáculo más grande para que el adicto reciba ayuda. Esta negación puede estar presente en el individuo o en toda una comunidad. No deje que sea la negación el motivo por el cual estos enfermos no encuentren ayuda en su comunidad.
SITUACIONES QUE SUGIEREN LA
EXISTENCIA DE UNA RELACIÓN INADECUADA
CON LA COMIDA:
1. Hacer dietas periódicamente.
2. Luchar contra el peso (basculitis).
3. Intentar, por sí solo, bajar algunos valores de la Química Sanguínea.
4. Estar gordo u obeso.
5. Tranquilizarse comiendo.
6. Comer sin control (“atracarse de comida” estando alegre).
7. Comer sin parar estando molesto o disgustado.
8. Comer entre comidas.
9. Saltarse comidas a propósito.
10. Provocarse vómitos luego de una “atracada” por miedo o pánico a engordar.
11. Usar laxantes frecuentemente para limpiarse”.
12. Usar, diuréticos regularmente para “no retener líquidos”.
13. Usar anfetaminas para provocarse hiporexia (disminución del apetito).
14. Consumir alcohol con las comidas o entre ellas.
15. Comer “dulces” u otras comidas a escondidas.
16. Sólo tratar con personas que 1es gusta comer. Tener antojo de algún plato específico.
18. Hacer mucho ejercicio.
19. Someterse a frecuentes baños sauna para perder peso. .
20. Hacer ayunos para perder algunas libras.
21. Tomar infusiones de diferentes hierbas.