Con lo que sabemos ya sobre la adicción a las drogas, a la comida, y al juego, es fácil entender ahora lo que sucede en el cuerpo humano para crear un desbalance químico que, a su vez, provoca una compulsión física y una especie de “apetitos” imperativos que buscan cualquier actividad que devuelva el balance al individuo, y le permita sentirse bien emocionalmente otra vez.
El deporte es una actividad que aumenta la producción de endorfinas en el cuerpo, igual que la comida, y los tranquilizantes… y, lamentablemente, hay deportistas que se hacen adictos a sus propias endorfinas.
La droga (o el comportamiento) activa las endorfinas en el cuerpo, éstas impiden que funcione una enzima que se llama adeníl ciclasa, por medio de retener los neurotransnisores en el presináptico de la neurona. La enzima entonces se retroalimenta pues necesita neurotransmisores para mantener el equilibrio y cumplir su función; con lo cual aumenta la cantidad para buscar el balance y tener la actividad neuronal necesaria. Para sentirse bien, la persona se da cuenta que tiene que aumentar la actividad o droga, y al hacerlo llega a su homeostasis. Hay comportamientos como, por ejemplo, hacer ejercicio, mirar televisión, que generan una serie de emociones que hacen que el individuo se sienta como si estuviera bajo los efectos de una droga, aunque en esos casos, “la droga” son sus propias actitudes. Estas actividades, como saltar en paracaídas de un avión, correr automóviles de carreras, o apostar a los caballos, estimulan la química del cerebro como si se estuviera bajo los efectos de la cocaína, o de anfetaminas. Sin embargo, la droga son nuestros propios neurotransmisores; ellos son los responsables de tal excitación.
Así, hay personas que fascinadas por el estímulo que les produce determinada actividad, la llegan a realizar desenfrenadamente. Repitiéndola de forma excesiva, pueden llegar a desequilibrar la química natural de su cuerpo, desarrollando así conductas obsesivas, compulsivas adictivas.
Ha habido adictos al depone que han dejado sus trabajos para poder dedicar más tiempo a su ejercicio predilecto, correr, o boxear un poco más; que se ponen en una bicicleta de ejercicios y reflejan reacciones anormales en su rostro mientras hacen esa actividad, como si fueran sintiendo las emociones que un adicto experimenta cuando está bajo los efectos de la droga. La persona está interesada en sentir que el ejercicio o el deporte le da el placer que tanto busca.
Si practicara sólo un poco de deporte, no habría problema, pero es el uso excesivo de ése lo que lo hace nocivo para el individuo. Cuando se pasa a no vivir más que para eso, cuando no se piensa en otra cosa, cuando ya no dedica, tiempo a la familia, es obvio que existe una pérdida de control, una conducta obsesiva que, además, es progresiva; se desarrolla una compulsión. El enfermo vive en otro mundo cuando está en su actividad, enajenado, sin darse cuenta de lo que pasa a su alrededor. El adicto al deporte gasta el dinero que no tiene y el tiempo que no debe, y como resultado, da‚a a su familia. Es una condición que necesita ser reconocida y, como cualquier otra adicción, requiere intervención.