PRIMERA FASE:
DE BEBEDOR SOCIAL A FASE PRE-ALCOHÓLICA.
El tomar ya no cumple un fin social, sino que la persona utiliza el alcohol para satisfacer una necesidad o para aliviar una emoción.
La cantidad de alcohol que se ingiere, aumenta más de lo que ingieren los que lo rodean; va perdiendo algo de responsabilidad en su modo de tomar. Habla frecuentemente del alcohol, y piensa más y más en este.
SEGUNDA FASE: ETAPA SINTOMÁTICA.
1. Experimenta lagunas mentales, olvidándose de lo que pasó el día anterior. Su forma de beber empieza a cambiar, toma tragos de un solo golpe; toma antes de ir a fiestas; comienza a sentir malestar al día siguiente, el cual, con cada nueva borrachera, se va haciendo peor. La familia comienza a notar que algo anda mal, y quizá los amigos del trabajo le han llamado la atención de que está tomando demasiado. Pero a pesar de los comentarios, sigue tomando, sólo que trata de hacerlo más privadamente, de ocultarlo.
TERCERA FASE: LA FASE CRÍTICA.
Etapa temprana de la fase crítica:
La pérdida de control se experimenta claramente. Bebe compulsivamente; pero hay inconsistencias en las experiencias de pérdida de control. Hay veces en que se comporta normalmente y es capaz de beber cuando quiere, mientras que en otras ocasiones, no puede hacerlo. Esta pérdida de control va aumentando de manera progresiva.
Con las alteraciones corporales y cerebrales, la tolerancia aumenta cada vez más y el individuo sigue acrecentando las dosis, para poder sentir los efectos que busca.
Presenta una variedad de excusas y razones para explicar su comportamiento, justificar sus excesos en la bebida. Sus mecanismos de defensa le ayudan a justificarse, y tiende a echarle la culpa a otros de sus problemas.
Comienza la necesidad de la bebida por la mañana, para contrarrestar el malestar que Él experimenta con el síndrome de abstinencia.
Etapa avanzada de la fase crítica:
Pueden surgir cambios de personalidad muy drásticos y graves. En esta etapa, una persona pacífica puede llegar a ser destructiva, violenta, hostil, paranoica, y hasta peligrosa. El alcohol está llegando a producir da‚os más avanzados.
Experimenta conflictos en el trabajo, con su familia, y con todo el que le rodea, en general.
Al final de este período, la pérdida de control no se limita a una sola noche de vez en cuando, sino que el alcohólico empieza a beber durante varios días seguidos, sin parar. El síntoma más indicativo del rápido avance de su adicción, es que la pérdida de control es tal, que tiene que quedarse en cama los lunes, por ejemplo, y no ir al trabajo. Comienza a beber desde el viernes, y no puede parar el lunes. Van aumentando los días en los cuales no puede funcionar como antes. ( Una excepción, son las personas de muchos recursos o en altos puestos administrativos, quienes pueden llegar al trabajo tarde, pero tienen maneras de “excusarse” o “esconderse” detrás de secretarias o asistentes.) Pero en la mayoría de los casos, la persona comienza a tener problemas serios para sobrevivir, y no dejarse ver por los demás. Está dejando de ser un bebedor periódico, para convertirse en un bebedor diario. Progresivamente se le va haciendo más difícil mantenerse sin ingerir alcohol, porque va aumentando la alteración de ciertas sustancias químicas en su cerebro ( neurotransmisores).
El último síntoma indicativo de esta etapa avanzada de la enfermedad, es la pérdida de la tolerancia. Es decir, que poco a poco la persona se va embriagando cada vez con menos cantidad de alcohol.
CUARTA FASE: LA FASE CRÓNICA.
En esta fase la necesidad de la droga es fulminante. La persona tiene que tomar todos los días para sentirse bien físicamente.
Bebe sin cuidado de todo lo demás: hijos, familia, comida y trabajo. Para sobrevivir tiene que tomar.
Tiene temblores en las manos y en el cuerpo cuando no tiene alcohol dentro de su organismo.
Siente la preocupación constante de cómo conseguir su dosis de alcohol.
Su baja tolerancia se hace obvia. Unos pocos tragos producen en él efectos muy fuertes. Usan este dato para seguir en el engaño y la negación a veces.
Tiene resentimientos fuertes contra todos, y autocompasión patológica para si mismo. Está en un callejón sin salida, lleno de miedo y ansiedad.
Las fases más engañosas son las primeras. A veces resulta muy difícil de reconocer y distinguir entre la persona adicta y la persona consumidora. Una de las claves más efectivas para identificar al adicto, es la existencia de lagunas mentales. La experiencia nos ha demostrado que en la mayoría de los casos, la manifestación de lagunas mentales indica que existe una predisposición para el alcoholismo. Los jóvenes que toman y luego se vuelven alcohólicos o adictos, cuentan que sus primeras lagunas mentales ocurrieron durante sus primeras experiencias de intoxicación. Las tuvieron cuando todavía tenían control sobre su consumo de la droga, pero no sabían que era un posible síntoma de alcoholismo. A su vez, no sabían que las lagunas mentales son de muy corta duración al principio de la enfermedad, pero que pueden llegar a durar hasta días en etapas avanzadas.
Así vemos que el trabajo de Jellinek nos adelantó admirablemente el interés en el estudio del alcoholismo, y nos brindó una base para diagnosticar al enfermo alcohólico con cierta claridad en cuanto a sintomatología. Preparó el terreno para todo lo que vino más adelante.
Sobre las causas de la adicción, El Dr. Robert Windom, M.D, asistente del ministro de salud de los Estados Unidos, dice lo siguiente:
“Hoy día, gracias a los crecientes conocimientos sobre los antecedentes del alcoholismo, sabemos que éste, como otras enfermedades, tiene muchas manifestaciones, y resulta de una interacción compleja de factores genéticos y ambientales que participan en su desarrollo como tal. “