De acuerdo con el doctor Douglas Talbot, la nueva frontera en el alcoholismo y la adicción a drogas es la neurobioquímica del sistema límbico, y los estudios realizados sobre los opiáceos naturales que producimos en nuestros cuerpos, llamados endorfinas/encefalinas, y los neurotransmisores que necesitamos para todo. Estudios realizados indican que deficiencias en ciertas áreas específicas del sistema límbico instintivo, conducen a beber, consumir drogas o comer en exceso, así como también a comportarse compulsivamente. Cuando no se producen cantidades suficientes de neurotransmisores, los muchos receptores que se quedan vacíos, segregan a su vez sustancias que denotan necesidad, y el adicto siente malestar, ansiedad y deseo de usar la droga.
La confusión creada entre Jellinek y la Asociación Médica Americana por las características del alcoholismo, se aclaró. La dependencia física, que se manifiesta a través de un síndrome de abstinencia, le puede suceder a cualquiera de nosotros. La naturaleza de ciertas drogas, como los opiáceos, es tal, que, dada una suficiente cantidad, por un tiempo relativamente largo, todos llegaríamos a establecer una dependencia física, pero solamente un 10% de nosotros sufriríamos una alteración neurotransmisional en el cerebro, tan seria, que nos encontraríamos frente a un desequilibrio químico adictivo, o sea, a la enfermedad de la adicción como tal.
Al fin, parece que existe una respuesta al motivo por el cual ella o él continúan bebiendo o consumiendo drogas, a pesar de que esto interfiere y destruye sus vidas. Esto se debe a que la deficiencia neurotransmisional tiene que ser temporalmente confrontada con aumento de la dosis, o esperar a que haya una substitución endógena para contrarrestar la abstinencia, y un apoyo exento de sustancias químicas en las defensas para evitar mayores desgastes.