En la fase de mantenimiento de una adicción, la química cerebral está tan alterada, que el adicto compulsivamente trata de mantener el nivel de neurotransmisión, que reducirá el desequilibrio y el sufrimiento causado por estos cambios enzimáticos. Estos ocurren lentamente, y el tiempo que requiere para desarrollar la dependencia, varía de una persona a otra.
Igualmente, los niveles de enzimas cerebrales que han sido alterados lentamente, no regresan a un nivel normal de manera instantánea o independiente, aún cuando las actividades hayan cesado; esto demora algún tiempo, y por eso se produce la depresión en el adicto cuando termina el efecto de la dosis.
De ahí emanan las dificultades que se presentan durante el primer año de recuperación. Se producen cambios súbitos en el estado de ánimo de la persona. A veces parece que todos los días son “grises”. El adicto no tiene las sustancias químicas que necesita para sentirse bien, pensar bien, comportarse bien. El sistema nervioso central requiere hasta dos años para restablecerse o recuperar el equilibrio. Los niveles enzimáticos se han ido adaptando al nivel de neurotransmisión elevado, lo que constituye otro factor que corrobora la idea de que la adicción es una enfermedad biogenética, puesto que los niveles de enzimas son determinados genéticamente.
Las maneras en que las drogas pueden interferir con nuestro sistema de neurotransmisión son varias, aquí les presento solamente un pequeño resumen:
Las drogas pueden ocupar receptores.
Afectan las enzimas necesarias para metabolizar los neurotransmisores.
Pueden bloquear el retorno de los neurotransmisores a la región presináptica.
Pueden influir en el nivel de sustancias químicas precursoras necesarias para la síntesis.
Pueden afectar la capacidad de almacenar los neurotransmisores en las vesículas.
Pueden obstaculizar la agilidad de los neurotransmisores para pasar a la próxima neurona.
Lo más trágico es que todos los daños hechos al sistema de neurotransmisores no se reparan totalmente. En algunos casos, la persona ha dañado tanto su cerebro, que no hay esperanzas de una gran recuperación, y se queda afectada en su manera de sentir, percibir y actuar.