El consumidor excesivo y el adicto son diferentes. El primero puede dejar de usar la sustancia sin ayuda, cuando lo desee, y no manifiesta negación en lo referente a su manera de usar la droga o a la cantidad que consume. Tampoco se manifiesta un desequilibrio químico en su cerebro, ni la enfermedad mental del autoengaño, que es parte de la negación del adicto.
El consumidor excesivo puede predecir de que manera va a beber o a consumir la droga, y en que cantidad. Puede estar por mucho tiempo sin tomar la droga, sin manifestar síndrome de abstinencia. No siente deseos imperativos de ingerirla cuando deja de usarla. Tampoco la consume en ocasiones inoportunas; tiene control de su uso, y la droga no lo domina.
El uso de la droga puede ocasionar problemas en la vida del consumidor excesivo, tanto como en la del adicto, pero la diferencia radica en que el primero, cuando dice que solamente va a tomar un trago, puede cumplir su promesa SIEMPRE, mientras que el adicto no lo puede hacer. Cuando un consumidor excesivo se toma un trago antes de salir a una entrevista de trabajo sabe que puede tomarse uno solo y detenerse, para llegar en buen estado a la cita.
No ocurre así con el adicto. Lo que sucede en el caso de la persona que padece de esta enfermedad está reflejado muy bien en el proverbio chino que dice:
“El hombre toma un trago, el trago toma un trago, y el trago toma al hombre.”