El desequilibrio químico del adicto se crea porque las drogas exógenas o externas interfieren y alteran el sistema de neurotransmisores, de la siguiente manera:
De la misma forma en que es posible introducir una llave en una cerradura hecha para otra, también se puede introducir en el espacio intersináptico, molÈculas con formas similares a neurotransmisores que se acoplarán con los receptores. Sin embargo, estos pseudo-neurotransmisores, 8 sustitutos químicos o “drogas”) no cambian el balance eléctrico de la membrana sináptica, y de hecho, bloquean a los receptores de recibir neurotransmisores que sí podrían transferir los impulsos de la neurona.
De esta manera, la comunicación se rompe, y el cerebro tiene que hallar otra forma de continuar la comunicación, porque se pierde una porción de los neurotransmisores que debieron haber ocupado los receptores. Se produce una disminución de la cantidad de neurotransmisores naturales que son sustituidos por las drogas. El bloqueo de los receptores por los neurotransmisores falsos es parecido a introducir una llave de un Ford en la ignición de un Mercury. La llave entrará, pero no podrá activar el motor, y de hecho, no permitirá poner la llave correcta que lo encenderá.
Cuando un impulso ha sido transmitido del postsináptico, el equilibrio eléctrico de la neurona debe ser restituido antes que pueda enviar su próximo impulso. Este equilibrio se logra cuando salen los neurotransmisores de los receptores postsinápticos, y luego regresan para ser reabsorbidos por el terminal presináptico, donde podrán ser utilizados nuevamente.
Las drogas artificiales que usamos, obstaculizan el retorno de los neurotransmisores a su punto de partida. Por ejemplo, la cocaína obstaculiza la reabsorción de los neurotransmisores, lo que resulta en un exceso de Èstos en el espacio intersináptico. Puesto que hay más neurotransmisores en la sinapsis, habrá una cantidad mayor de receptores llenos, lo que resulta en un aumento de la neurotransmisión. Esto último es lo que provoca el estado placentero de la cocaína. El placer que experimenta el consumidor excesivo de cocaína viene de las “drogas naturales” del cuerpo, sus neurotransmisores naturales ( dopamina, serotonina, endorfina, etc.) y no de la cocaína en sí.
La cocaína ha alterado las sustancias químicas naturales haciendo que haya una cantidad mayor que la normal en el espacio intersináptico. Esto tiene como resultado que el neurotransmisor, que por lo general nos hace sentirnos solo “bien” ahora nos pondrá eufóricos. Pero, en este proceso, ha ocurrido una pérdida o desgaste de los neurotransmisores naturales.