Cambiar actitudes e introducir nuevas normas de conducta, no se logra de una vez, requiere tiempo y esfuerzo, tiene sus pasos y su dinámica. El proceso de intervención consiste brevemente en:
Concienciar al mundo, a la comunidad, a uno mismo. Por ejemplo, la familia tiene que concienciar el problema, y después adquirir todos los conocimientos que estén a su alcance sobre las drogas, la adicción, y las soluciones que se ofrecen al respecto, para que así puedan educar a sus hijos y establecer con ellos vías de comunicación sobre este tema. Es una manera de prepararlos y fortalecerlos ante las influencias negativas que el medio pueda proporcionarles. Pueden, incluso, ensayar cómo deben responder a quienes les ofrezcan drogas.
Adquirir conocimientos, una vez ganada la opinión de la persona, está preparada para adquirir suficientes conocimientos que le permitan entender correctamente el problema y su solución, o el comportamiento que hay que mantener. En el caso de la familia, los padres examinarán sus conductas durante el proceso de concienciación, y adquirirán conocimientos sobre medicina, alcohol, cigarrillos, y drogas en general. Esta reflexión quizá les lleve a la tercera fase necesaria para la prevención.
Tomar una decisión, la tercera fase del cambio de sistema es tomar una decisión sobre la base de la información que se ha ido adquiriendo, y de las reflexiones que se han hecho. Una de las tareas principales en la prevención del uso de drogas, es la formación que los padres dan a los hijos. Al cumplir con la fase uno y la fase dos, puede ser que los padres de familia se den cuenta de que no son un buen ejemplo, y esto requiere entonces tomar una decisión: el cambio de conducta de ellos mismos.
Consecuencias sociales, cualquier cambio social o cambio de patrón, tiene consecuencias positivas y negativas; todo es un riesgo hasta cierto punto. Si los padres deciden celebrar la Navidad sin dar alcohol, tienen que prepararse para las reacciones de sus invitados, con la posibilidad, incluso, de perder a algunos de ellos en esta fiesta o en la próxima reunión. Sin embargo en el aspecto positivo, pueden estar más seguros de que sus hijos recibirán la atención que merecen, y que toda la familia estará más tranquila sin la zozobra de los cambios de conducta que frecuentemente se producen cuando hay alcohol; no tendrán bajo su conciencia la responsabilidad de algún accidente automovilístico que pudiera sufrir algún invitado cuando vaya de regreso a su casa. Los padres que deciden cambiar sus patrones de conducta social para dar un buen ejemplo a sus hijos, y educarles a que no todo tiene que celebrarse con alcohol, tienen que medir las consecuencias de sus decisiones y estar preparados para ellas.
Adopción del comportamiento deseado, después que la familia, la comunidad y el mundo entero comprendan las implicaciones sociales de un cambio, entonces la quinta fase es la adopción del comportamiento deseado. Tomemos un ejemplo comunitario: hace algunos a‚os, en las ciudades de los Estados Unidos, la mayoría de los bares tenían “Happy Hours” para las personas que salían del trabajo a las cinco o seis de la tarde. A raíz de los muchos accidentes de tránsito que ocurrieron, provocados por las personas embriagadas que manejaban sus autos después de las horas pasadas en los bares, muchas comunidades se quejaron a los políticos, y pidieron que suspendieran los “Happy Hours” en los bares. Hubo una gran oposición por parte de los dueños de estos establecimientos, pero a la larga los ciudadanos ganaron, y los “Happy Hours” fueron suspendidos en varios lugares.
La práctica a largo plazo, la última fase del proceso de innovación de la conducta es la práctica a largo plazo del comportamiento o cambio que es necesario para la salud
La familia tiene que crear alternativas de gozo para sus hijos sin la presencia de alcohol o drogas, durante toda su niñez, si quieren inculcar en ellos valores positivos. La familia tiene que evitar estados de embriaguez en presencia de los hijos o usar medicinas con frecuencia, por largo tiempo y sin necesidad.
La inconsistencia de la conducta confunde, es necesario que los mensajes sean claros y firmes para garantizar la labor preventiva a todos los niveles de la campa‚a; la familia y la comunidad tienen que examinar si sus respectivos patrones de comportamiento se corresponden o se atienen a esas características. Otro ejemplo muy real es la campa‚a generalizada contra el cigarrillo, quizá el ejemplo más clásico de esta última fase. Ya hace varios a‚os que se comenzó la campa‚a para concienciar al público de los da‚os que provoca el tabaco. Se logró motivar a millones de personas, que tomaron la decisión de dejar de fumar; otros tantos tomaron la decisión de nunca comenzar a hacerlo; y otros, más radicales, tomaron la decisión de ni siquiera permitir que se fumara en su presencia. Estas decisiones se adoptaron entendiendo las implicaciones sociales y personales de esta adicción.
Después de estos primeros resultados de la campa‚a anticigarrillo, la situación ha cambiado completamente, pues con el propósito firme y a largo plazo de no fumar, los principales edificios públicos prohíben fumar en sus habitaciones y pasillos; no se puede fumar en los aviones; en muchos negocios hay que salir del área de oficinas para fumar. El MUNDO ha estado adoptando el comportamiento de no fumar, y lo ha estado practicando por muchos a‚os. Cada vez hay más “convertidos” a la causa, y se ha disminuido el número de problemas de salud acarreados directamente por el cigarrillo. Así tiene que ser el proceso de prevención, hay que actuar en todos los niveles y en todas las direcciones.