En una familia normal, cada persona del sistema familiar tiene un papel que desempe‚ar de acuerdo con su posición natural en él. Si se trata del padre por naturaleza, entonces le corresponden los derechos y obligaciones de un padre, y emocionalmente, debe sentir el amor de un padre hacia sus hijos. Por otra parte, si se trata de un niño de 12 años en el sistema familiar, le toca comportarse como tal con sus padres y ante sus hermanos. Emocionalmente sus sentimientos son los de un hijo y un hermano. En la familia codependiente, no ocurre así. En este caso, el rol natural de la persona no siempre va de acuerdo con su comportamiento y sus sentimientos. El exterior nunca refleja su interior. La persona en esta situación se encuentra fragmentada, haciendo una cosa, sintiendo otra, y pensando una tercera totalmente diferente…
En el caso de una familia en la que el padre es adicto, por ejemplo, los hijos actúan y sienten como padres, aunque su papel natural es el de hijo. El padre adicto, a su vez, actúa y siente como hijo ante sus propios hijos. La esposa deja de ser esposa, y se siente más como una madre hacia su esposo adicto, y a veces trata a uno de sus hijos como si fuera su esposo (generalmente al mayor). La codependencia de cada miembro lo ha llevado, no solamente a facilitar al adicto su uso de droga, sino a reemplazarlo y cumplir con su papel dentro de la familia, tanto emocionalmente como en su comportamiento.
Debido a este tipo de ajuste que se lleva a cabo en las familias enfermas, hemos visto niños de 10 años que cuidan y consuelan a la madre. Se hacen responsables por ella, como resultado de su pérdida de control por la adicción de su esposo. Es el niño, en este caso, quien la protege frente a su padre adicto; el niño cuida a sus hermanitos, recoge las cosas en la casa, insiste en acompa‚ar a la madre cuando sale de noche, etc. Estos son niños que nunca saben lo que es ser niño y jugar sin preocupación. Son niños-padres.