Mientras más avanza la enfermedad, la gran pérdida de control que ocurre, exige que no se produzcan cambios, porque hay tanta tensión en el sistema que cualquier variación lo puede destruir. El adicto trata de mantener el “status quo” para controlarlo todo y estar siempre seguro de que él va a poder conseguir su droga cuando la necesite; y requiere tener todo tan organizado, que siempre las cosas son predecibles.
Otra paradoja que también existe en la familia disfuncional es que cuanto más fuera de control esté el adicto, más necesita de un sistema inflexible, inhumano y rígido, para poder mantener el hábito. Entonces él se comporta como un dictador, y no tolera ninguna modificación en el sistema. Odia los cambios porque amenazan la seguridad en cuanto al tiempo, dinero, y circunstancias que tiene tan bien planificados para conseguir y usar su droga, o para participar en sus actividades adictivas.
La familia, a su vez, acepta y se adapta a esa rigidez e inflexibilidad, porque quiere poder predecir lo que va a hacer el enfermo, y así poder controlarlo. De esta manera vemos como el adicto logra su dictadura a través de la manipulación y la mentira. Su control no tiene que ser agresivo, ni siquiera observable. Pero su dominio sobre los familiares es tan constante, completo y sutil, que puede ser que ellos ni se percaten que esto está ocurriendo. Los familiares están autoengañados, piensan que ellos manejan la situación y tienen el control a través de las manipulaciones y las mentiras que le dicen al enfermo. Pero en realidad están equivocados y dominados por la enfermedad.
Esta rigidez, es posiblemente lo más destructivo en cuanto a los daños que produce en los niños. Esta situación requiere que los papeles, las reglas, el poder, y el modo de quererse, no tengan ningún cambio. Una vez que se encuentra un sistema de relacionarse y expresarse que resulta cómodo, así se tiene que quedar. No puede haber crecimiento. El sistema se cierra a toda influencia que provenga del exterior, y de esta manera sostiene y alimenta la inmadurez en sus miembros. Esto dificulta mucho las relaciones de la familia; no hay respuesta a necesidades individuales y los miembros de la familia se encuentran atascados en papeles falsos. Tienen que quedarse con las conductas y las personalidades que habían adoptado para salvar el sistema en el proceso de ajuste temporal.
De nuevo vemos cómo el sistema rígido sirve para mantener activo al adicto, y cómo es la enfermedad la que tiene todo el poder en la familia disfuncional.